
Tegucigalpa. — Desde el golpe de Estado de 2009, las iglesias en Honduras se convirtieron en actores centrales de la política y la economía nacional. Bajo el discurso de la fe y la moral, recibieron más de 419 millones de lempiras en transferencias estatales hasta 2021, según registros oficiales
La Iglesia Católica: la más beneficiada


De ese total, la Iglesia Católica concentró la abrumadora mayoría: 409,3 millones de lempiras. Estos recursos fueron canalizados a diócesis, hospitales, parroquias, fundaciones vinculadas y proyectos gestionados por la jerarquía eclesial. Solo en 2014, la Secretaría de Salud, Finanzas y Desarrollo Social transfirió más de 17 millones de lempiras a entidades católicas, en un patrón que se repitió durante los años siguientes.
El Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, máxima autoridad de la Iglesia Católica en Honduras, fue investigado por el Vaticano desde 2021 por presuntos actos de corrupción relacionados con Suyapa Medios y la Universidad Católica. Pese a las denuncias, la investigación continúa estancada, mientras la Universidad fue transformada en una ONG de desarrollo en un proceso hermético.
Iglesias Evangélicas: aliadas políticas con fondos públicos


Las iglesias evangélicas también fueron parte de este esquema. Entre 2009 y 2021 recibieron 9,8 millones de lempiras en donaciones y transferencias estatales. Aunque la cifra es menor que la de la Iglesia Católica, su impacto político fue significativo: durante la administración de Juan Orlando Hernández (2014–2021), los desembolsos hacia ministerios y asociaciones evangélicas se intensificaron, convirtiendo a muchos pastores en aliados estratégicos del régimen.
El reparto durante JOH
Los registros oficiales muestran que el 100 % de los recursos a la Iglesia Católica (L 409,3 millones) y a las Iglesias Evangélicas (L 9,8 millones) se concentró en el período de 2014 a 2021, bajo el gobierno de Juan Orlando Hernández. Este flujo de dinero fortaleció el pacto de conveniencia entre religión y poder, asegurando respaldo político a cambio de fondos públicos.
Una fe al servicio del poder
En total, 419,1 millones de lempiras salieron de las arcas del Estado para sostener a instituciones religiosas que, lejos de limitarse al ámbito espiritual, legitimaron gobiernos cuestionados y se beneficiaron económicamente del dinero público.
Hoy, al cerrarse la llave del financiamiento estatal a partir de 2022, muchas de estas organizaciones religiosas se han convertido en críticos abiertos del gobierno actual, convocando marchas y “jornadas de oración” que, más que espirituales, son claramente políticas.
El papel de las iglesias en Honduras trasciende lo espiritual. Han sido parte de la arquitectura de control político que legitimó gobiernos, acalló críticas y canalizó millones de lempiras a través de sus instituciones. Lo que se presenta como “obra de fe” ha sido, en realidad, una obra de poder y negocios, donde la religión se convirtió en moneda de cambio entre púlpitos y palacios.


